domingo, 4 de diciembre de 2016

Homenaje al gran compositor James Horner - Hollywood in Vienna 2013

Blog de Percusión Daniel Martin Sticks&Mallets


James Roy Horner

Fue un compositor y director de orquesta estadounidense, fallecido en un trágico accidente de avioneta en California, el pasado 22 de junio de 2015, con tan solo 61 años. Dedicado principalmente a componer bandas sonoras de películas cinematográficas, nos brindó las melodías de numerosas producciones icónicas en la historia del cine; Braveheart, Titanic o Avatar son solo algunos ejemplos de aquellas que gozaron de la habilidad musical del compositor.

Horner nació el 14 de Agosto de 1953, en los Ángeles (California, EE.UU). Hijo de Joan y Harry Horner, pareja austríaca de religión  judía, que emigró  a Norteamérica previamente al nacimiento de  James. 

Nuestro compositor se interesó por la música gracias a su padre,  quien se    dedicaba al diseño de producción y dirigía películas de cine, llegando a    ganar dos premios Óscar a la mejor dirección artística por La heredera y El buscavidas.

Una carrera marcada por la dedicación

Horner empezó su formación musical dando clases de piano a la temprana edad de 5 años. Desde ese momento tuvo clara su vocación, por lo que continuó su carrera musical viajando a Inglaterra, donde entró en el Royal College of Music de Londres. Al finalizar el año escolar, volvió a su país de origen para ingresar en Green Valley High School, en Arizona. Más tarde, obtuvo su licentiatura en música y el grado de maestro en la Universidad del Sur de California (UCLA). Allí finalizó su doctorado en Composición y Teoría Musical, y estuvo ejerciendo la docencia mientras realizaba diversos trabajos musicales.
Rápidamente, comenzó a adquirir un estilo propio. Sus composiciones destacan por el uso de la percusión, enfatiza la acción con redobles de tambor y utiliza grandes golpes sonoros. Influído por sus trabajos como director de orquesta, y haciendo uso de las nuevas tecnologías de mediados de los 80, el compositor añadía un toque sinfónico a sus obras, al igual que Jerry Goldsmith y John Williams, pero con la importante presencia del sintetizador, que llegó a dominar hasta el punto de convertirse en un virtuoso de esta técnica. Paso a paso, fue labrándose una fama que llamó la atención de los directores de cine; primero en obras menores de escaso presupuesto, hasta que, en 1979, obtuvo una oferta para trabajar en la película The Lady in Red. A partir de esta experiencia su carrera se centra en el cine, y comienza a relacionarse con productores como Roger Corman, quien confió en él para la película Battle Beyond the Stars. Sin embargo, su primera oportunidad de componer para una gran superproducción de Hollywood fue Star Trek II: The Wrath os Khan, en 1982.  Ese acontecimiento supuso su salto a la gran pantalla, además de un gran paso en el mercado musical. Las ofertas de trabajo aumentaron vertiginosamente, algunas incluían la oportunidad de trabajar con artistas de gran nivel, tales como la Orquesta Sinfónica de Londres. Horner se había convertido en un gran compositor cinematográfico mundialmente conocido.

El gran salto a la fama

Su trayectoria profesional se centró durante algunos años en películas infantiles. Escribió partituras orquestales para producciones de gran éxito en su género, como Jumanji, Balto o Casper, el fantasma. El compositor ya se relacionaba con estrellas de la talla de Steven Spielberg, George Lucas y James Cameron, entre otros. Estas relaciones dieron lugar a su contribución en numerosas películas, incluso la prestigiosa productora Universal Pictures, no dudó en otorgarle a James Horner la creación de un tema para su logotipo.

Los años 80 y 90 fueron décadas de incesante trabajo, repletas de éxitos como Apolo 13 o Brabeheart, que le otorgaron dos nominaciones a los premios Óscar de Hollywood. Pero su fama y reconocimiento llegarán a la cima en 1997, cuando James Cameron confió en él para una importante superproducción: Titanic. La película fue un éxito rotundo, llegando incluso a convertirse en la más taquillera de la historia del cine, y el trabajo de Horner en la misma no pasó desapercibido. El tema My Heart Will Go On, interpretado por Celine Dion, fue la canción principal de la película. Una creación fruto de muchos años de formación y duro trabajo, que le otorgó nada menos que el Óscar a la Mejor Canción Original en 1997, y un Globo de Oro en la misma categoría un año más tarde. Además, llegó a los primeros puestos en la lista de canciones más populares en varios países, que supuso su nombramiento al álbum más vendido de banda sonora orquestal de toda la historia.
A partir de ese momento, los años se presentaron aún más laboriosos, si cabe. Horner se despidió de los 90 con numerosas superproducciones, como La Tormenta Perfecta o El Hombre Bicentenario, para saludar al 2000 con dos nuevas nominaciones a los Óscar, de la mano de Una Mente Maravillosa (2001) y Casa de Arena y Niebla (2003). Todas ellas realizadas entre muchas otras bandas sonoras, que Horner logró componer de manera prácticamente simultánea. Continuó trabajando los años posteriores, hasta que en 2009 su camino volvió a cruzarse con el director que le brindó su mayor éxito, James Cameron, esta vez para la banda sonora de la película Avatar. Las taquillas en esta ocasión rebasaron el liderazgo de su predecesora, Titanic, y Horner se vio recompensado tras dos años de trabajo, esta vez con nominaciones para los premios Óscar, Globos de Oro, premios BAFTA y los Grammy, aunque finalmente se los llevara la película Up, de Michael Giacchino.
A pesar de no ganar los premios, el músico continuó entregado a su trabajo. Al año siguiente con otra película de éxito, karate Kid. Finalmente, sus últimas composiciones tuvieron lugar en 2012, Oro Negro y The Amazing Spiderman. Un broche final a más de 30 años de carrera en el arte de la música y el cine, en los que además de realizar una importante labor frente a orquestas de renombre, contribuyó a que grandes películas cobrasen importancia con la ayuda de una partitura.
Braveheart: Dirigida, producida y protagonizada por Mel Gibson en 1992.
Apolo 13: Dirigida por Ron Howard en 1995
Titanic: Dirigida por James Cameron en 1997. Galardonó con dos Óscar a James Horner.
Una mente Maravillosa Dirigida y guionizada por Ron Howard en 2001. Basada en la novela de Sylvia Nasar,  candidata al Premio Pulitzer en 1998.
Avatar : Dirigida por James Cameron en 2009

Otra cara de la moneda, los críticos contra James Horner

A pesar de su éxito indiscutible, Horner a menudo fue criticado por su supuesta reutilización. Algunos críticos afirman que el compositor hizo un uso repetitivo del "parabará", un término que se atribuye a una melodía encontrada en algunas de sus creaciones, tales como AvatarEnemigo a las PuertasTroya y Willow. El músico nunca se proncunció sobre el tema, pero el término cobró tanta importancia que ya se encuentra acuñado como un adjetivo válido, una palabra que todos comprenden y que irremediablemente se atribuye a nuestro compositor.
Este carácter repetitivo es un detalle que para muchos supone una falta de originalidad indiscutible, mientras que para otros se trata de una simple firma que le caracteriza, además de ser un sonido que añade tensión a las escenas de manera satisfactoria. 

Un adiós a nivel mundial

Tristemente, Horner no podrá seguir deleitándonos con su música durante muchos años, como era de esperar. Tras el impacto de la avioneta, el Departamento de Bomberos del Condado de Ventura aseguró que el accidente, producido a las 09:30 hora local, no había dejado ningún superviviente. Los medios de comunicación no tardaron en publicar la noticia, y las redes sociales ardieron en mensajes de lamentación y despedida, entre ellas la de numerosas celebridades, como la propia cantante Celine Dion.
Sin duda la despedida más emotiva y mediática la protagónizo el director James Cameron, quien publicó una carta en The Hollywood Reporter que relata cómo conoció a James, y el cariño que le guarda al compositor. Señala también que tuvieron un comienzo difícil, por diferencias cuando trabajaron juntos en la película Aliens, pero no dudó en contar con él para su siguiente película:
"Conduje hasta su casa y él se sentó sobre el piano y dijo: 'propongo esta para la canción principal de la película'. Solo con tocarla una vez ya me hizo llorar. Después tocó el tema de Rose y me hizo llorar de nuevo", cuenta Cameron en su carta, en referencia a la banda sonora de Titanic.
James-HornerSea como fuere, su obra se encuentra avalada, entre otros factores, por los numerosos premios obtenidos, sumados a las 8 nominaciones de los cocidiados Óscar que ha recibido. Tal es así, que cabe preguntarse si se realizará una película en homenaje a su contribución en la música y el cine, como ha ocurrido con otras personalidades. En tal caso, ¿creéis que la dirigiría James Cameron?
Solo queda sumarse al gran adiós mundial para el compositor James Horner, creador de bandas sonoras que marcaron la historia del cine.
Fuente: (Biografía de James Horner, bandas sonoras que marcaron la historia del cine, Daniel & Martin)
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http://danielmartin-mallets.com/blog-percusion/es/biografia-de-james-horner/
https://www.youtube.com/watch?v=j4I16V6TsM4

Si no lees, no sabes escribir, y si no sabes escribir, no sabes pensar

                        ES ASÍ DE CONTUNDENTE:
      SI NO LEES ES DIFÍCIL QUE PUEDAS PENSAR BIEN

          Por Alejandro Martinez Gallardo,22/1072016, Pijamasurf

Hoy todos escriben, todos quieren expresar sus sentimientos y opiniones, pero, ¿quién lee? En cierta forma la lectura es una actividad superior a la escritura; sólo podemos escribir con el lenguaje que hemos adquirido leyendo. La lectura es la materia prima de la escritura y la posibilidad de crear una obra que tenga belleza y profundidad o simplemente claridad, se basa en las lecturas que hemos hecho y lo que hemos aprendido de otros autores (sus palabras se vuelven las nuestras, se mezclan con nuestros pensamientos y experiencias). Así se destila la escritura, como una refinación del pensamiento no sólo personal, sino del tiempo mismo.
Para muchas personas es más atractivo escribir, tiene más glamour –algo que quizás se deba a la inmadurez y al egoísmo–, pero grandes escritores nos dicen que la felicidad en realidad está en la lectura. Borges es especialmente fértil en este sentido: "la felicidad, cuando eres lector, es frecuente". Y la célebre: "Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído". 
Hay una frase contundente, que si no mal recuerdo es de Juan José Arreola, "Si no lees, no sabes escribir. Si no sabes escribir no sabes pensar". Una sencillez aforística que debe ser el fruto de la labor intelectual de un buen lector. 
Edmund Husserl escribe en su Lógica formal y Lógica trascendental: "El pensamiento siempre se hace en el lenguaje y está totalmente ligado a la palabra. Pensar, de forma distinta a otras modalidades de la conciencia, es siempre lingüístico, siempre un uso del lenguaje". Así que si no tenemos palabras, si no tenemos lecturas en nuestra memoria que enriquezcan nuestro lenguaje, nuestro pensamiento será muy pobre. Las personas toleran no ser buenos lectores, pero si se les dice que no saben pensar, esto lastima su orgullo y, sin embargo, una condiciona a la otra. Así, la lectura es una herramienta de desarrollo fundamental. Y donde mejor se desenvuelve esta herramienta es en los libros, no en los pequeños artículos que dominan la circulación de la Web; el encuentro con el lenguaje merece un espacio de concentración –el medio es también el mensaje–, un encuentro a fondo con la mente de un autor que puede haber muerto hace cientos de años pero que vive, al menos meméticamente, en el texto que se trasvasa a nuestra mente. 
Podemos también preguntarnos si es que existe o no la conciencia sin el lenguaje. Aunque una primera lectura de las filosofías de la India parecería indicar que para los pensadores que nos dieron el yoga y la meditación, la conciencia existe más allá del pensamiento lingüístico (que es, de hecho, todo lo que existe), como ocurre en los estados de absorción meditativa (jñanas), también se debe notar que en el hinduismo el universo es generado a partir de la letra A del sánscrito, de la cual también se deriva la sílaba creadora OM. Posteriormente, en el budismo tibetano la letra A del alfabeto tibetano (parecida a la A del sánscrito) es también considerada una especie de fuente cósmica creativa, y se representa como emanando los cinco elementos en un thigle (bindu en sánscrito). Tenemos por supuesto la cábala, donde el universo entero es lo que se produce cuando se pronuncian los nombres divinos; la letra Aleph, tiene suprema importancia (como exploró Borges en su cuento, donde el Aleph es justamente como una especie de thigle o punto donde se encuentra la totalidad del universo). Sin embargo, el mundo es creado con la letra Bet, con la palabra Bereshit, que David Chaim Smith traduce no como inicio, sino algo así como "inicialidad" (beginingness), para denotar la constancia de la creación, un acto perenne que no ocurre en el pasado, sino en el presente. En suma, el mundo se crea con la palabra y esto es así no sólo en una visión esotérica o religiosa de la realidad, lo es en nuestra vida cotidiana: sólo alcanzamos a distinguir las formas una vez que tenemos los nombres.
De cualquier manera queda claro que la lectura como surtidor de las palabras que animan nuestra conciencia es un aspecto esencial de lo que es un ser humano que piensa el mundo. Podemos existir sin pensar, y a veces el pensamiento se convierte en un ruido que enferma la mente, pero en el pensamiento, con el poder de la palabra, tenemos una potencia divina. Como escribió Hölderlin:
Sin embargo, nos compete, bajo la tormenta de Dios,
Oh poetas, erguidos y con la cabeza descubierta,
Asir con nuestras propias manos el rayo de luz del Padre,
Y pasar, envuelto en canción, ese regalo divino a la gente.

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