lunes, 20 de noviembre de 2017
domingo, 1 de octubre de 2017
John Ashbery y el ritmo de la poesía
John Ashbery y el ritmo de la poesía: El poeta estadounidense, que falleció el 3 de septiembre, era un maestro de las voces y el ritmo, y proponía un reencuentro con la profundidad del lenguaje.
El pasado de la literatura electrónica: Galatea
El pasado de la literatura electrónica: Galatea: Uno de los principales exponentes de la ficción interactiva, Galatea ha sido un juego llamado 'visionario'.
Cómo pasa el tiempo
Cómo pasa el tiempo: Kanada, la segunda novela de Juan Gómez Bárcena, es una obra cruda y detallista sobre los traumas de un superviviente del Holocausto.
Ciento veinte aniversario de William Faulkner
Ciento veinte aniversario de William Faulkner: Hoy se cumplen 120 años del nacimiento del autor de 'El sonido y la furia' y 'Mientras agonizo'.
lunes, 10 de julio de 2017
domingo, 2 de julio de 2017
The House of Elrond
Película "El Señor de Los Anillos"
El personaje Arwen es impresionante, no solo por su radiante belleza femenina, muy bien personificado en Liv Tyler, sino sobretodo por el desenlace que protagoniza, que con mucha visión el guión plantea. Un desarrollo pulcro y de amor "puro" que entrega todo a cambio de una eterna soledad. Un final fantástico bien logrado. Como alguien dijo "sublime y etéreo".
martes, 20 de junio de 2017
El Poder de la mente: Mesmerismo
El
mesmerismo, la cura para todo en la que Mozart confió y a la que Benjamín
Franklin desmintió
Phillip Ball
Serie Historias de Ciencia de la BBC
París, 1784. Algo revolucionario está
en tela de juicio. Acusado de fraude está un doctor alemán llamado Franz Anton
Mesmer. Alega que puede curar a sus pacientes con algo llamado "magnetismo
animal". ¿Curandero, charlatán o visionario?
El veredicto está en manos de un
comité de expertos nombrados por el gobierno, que incluye a dos de los más
renombrados científicos experimentales de la era: el químico Antoine Lavoisier
y el inventor estadounidense Benjamín Franklin.
La
investigación oficial de los métodos de Mesmer fue una de las primeras ocasiones en las que lo que ahora podríamos
llamar parapsicología enfrentó un meticuloso escrutinio científico.
El desafío para Lavoisier y Franklin
no era muy distinto al que enfrentamos hoy en día: ¿con cuánta confianza
podemos definir de qué es capaz la mente?
Mesmer nació en 1734 en un poblado
cerca del lago de Constanza en la región de Suabia en el sur de Alemania, que
entonces era parte del Sacro Imperio Romano Germánico.
Estudió Derecho antes de inscribirse
en Medicina en Viena en 1759.
En ese
entonces, se creía que la salud era gobernada por los astros. La idea era antigua, pero la teoría de la gravedad de Isaac Newton
parecía darle la razón: quizás las estrellas, planetas, el Sol y la
Luna actuaban con la fuerza de gravedad.
Según Mesmer, la gravedad celestial
afectaba un fluido invisible en el cuerpo, como lo hacía con la marea. Ese
flujo y reflujo podía desequilibrar el espíritu y causar desórdenes mentales.
Con su teoría de la "gravitación
animal" se graduó en 1766. Tras casarse con una viuda rica, todo parecía
apuntar a que le esperaba una vida próspera como médico vienés.
Con
música de fondo
En la casa de su primo Joseph, Mesmer
conoció a un niño prodigio que se convirtió en amigo de la familia: el joven
Wolfgang Amadeus Mozart.
Mesmer y su aristocrática esposa
invitaron al niño a tocar en su propia sala, y una de sus óperas juveniles fue
estrenada en su jardín.
El médico amaba la música; él mismo
tocaba la armónica de cristal, y bien, según el padre de Mozart, Leopold.
En donde los Mesmer, Mozart conoció a
Francisca Oesterlin, o Franzl, una joven que vivía con ellos y que padecía una
"debilidad nerviosa": era propensa a episodios de vómitos, desmayos,
ceguera, depresión y delirio... ¿quizás un tipo de epilepsia?
En esa época, no había un tratamiento
efectivo para tal condición, pero a Mesmer se le ocurrió que si las corrientes
de este fluido invisible en el cuerpo del paciente eran como los movimientos
del fluido que -se pensaba- producían la fuerza magnética, podía usar imanes para
controlarlos.
Le
puso dos imanes en forma de herradura en sus pies y uno en forma de corazón en
el pecho y Franzl pronto se mejoró y se
casó con el hijastro de Mesmer.
Unos años después Mozart le escribió
a su padre...
"Estoy escribiendo esto -¿en dónde
crees?- en el jardín de los Mesmer. Franzl, ahora Frau von Posch, está aquí. No
te la puedes imaginar, te lo juro. Casi no la reconozco, está tan grande y fornida.
Tiene tres hijos, dos niñas y un joven caballero... todos creciendo muy fuertes
y sanos".
Aplicando
imanes
Mesmer usó esta magnética cura en
otros pacientes que sufrían de lo que él llamaba epilepsia, histeria y
melancolía, con el mismo resultado positivo.
Las noticias de su éxito se regaron
por toda Viena y pronto otros médicos practicaban curas magnéticas.
Mesmer argumentaba que todos poseemos una cualidad llamada "magnetismo animal", la
cual afecta nuestra salud, y que los imanes podían manipularla.
Estableció una clínica en su casa en
la que sus pacientes podían sumergir sus manos o pies, e incluso todo su cuerpo,
en baños llenos de lo que él llamaba "agua magnetizada".
Su fama creció; Mesmer fue invitado a
cuidar de nobles y dignatarios en Hungría y Suiza. A veces, ni siquiera usaba
imanes, sólo sus manos, pues supuestamente le bastaba su propio magnetismo
animal.
Un diario suizo describió la sensación que causaba:
"El doctor Mesmer, famoso por
sus curas con imanes y la teoría del magnetismo animal, llegó a este distrito.
Ha estado demostrando su sistema con los maravillosos poderes que ejerce sobre
quienquiera que tenga un desorden nervioso. Con poco más que tocar su mano,
puede restaurar el movimiento y sensación a extremidades paralizadas y
desvanecer desmayos, vértigos, problemas estomacales y toda clase de síntomas
histéricos (...)
Si
sus afirmaciones responden a nuestra expectativa, su descubrimiento no
sólo es maravilloso sino también una gran bendición para la humanidad".
Un
caso desafortunado
En
1777 Mesmer aseguró que había curado la ceguera a una niña de la corte imperial
austríaca llamada Maria Theresia von Paradies, quien llegó a ser una de las más
famosas pianistas, cantantes y compositoras de Europa.
Pero cuando
Mesmer supuestamente le devolvió la vista, arruinó su capacidad para tocar, que
sólo recuperó cuando volvió a quedarse ciega.
Esta historia derramó la copa de
otros doctores vieneses, quienes acusaron a Mesmer de fraude. Cansado de la
animadversión y del escándalo, en 1778 viajó a Paris para tratar de empezar de
nuevo.
Allá montó un consultorio muy
lucrativo.
Se
inventó un tipo especial de baño lleno de agua magnetizada en el que varios
pacientes se podían sentar en un círculo tomados de las manos para que el
fluido magnético fluyera entre ellos.
Las luces se hacían más tenues y, a
veces, Mesmer u otro músico se sentaban en la esquina y tocaban música suave.
Luego, caminaba alrededor de la tinaja pasando sus manos sobre los cuerpos de
los pacientes con una vara magnética o sin ella, hablando en voz baja.
¡No sorprende que los pacientes
reportaran que entraban en un estado de trance!
Pero en 1784, un grupo de sus
homólogos franceses que sospechaban de sus curas persuadieron al rey Luis XVI
de hacer una investigación oficial sobre los métodos de Mesmer. Y, ¿quiénes
mejores que Franklin y Lavoisier para tal tarea?
Otro que formó parte de la comisión
real fue el médico Joseph-Ignace Guillotin, cuyo más conocido invento no hizo
mucho para la salud de la humanidad, y de hecho fue usado 10 años más tarde
para cortarle la cabeza a Lavoisier, quien fue juzgado y condenado durante la
Revolución Francesa.
La
ciencia como espectáculo
Con su música, gestos, accesorios y
carisma, había un elemento fuerte de teatralidad en el tratamiento de Mesmer,
que probablemente era vital para su éxito.
Sin embargo, eso no era raro en ese
tiempo. A finales del siglo XVIII la ciencia se estaba convirtiendo en un
espectáculo.
Las audiencias iban en tropel a ver
shows llamados "fantasmagoría", que utilizaban "linternas
mágicas" para crear la ilusión de fantasmas y demonios, mientras que
"educadores científicos" asombraban a los cortesanos de Europa
haciendo trucos con luces, electricidad y magnetismo.
De
hecho, en el siglo XIX esta presentación de la ciencia como espectáculo llevó a
la realización de conferencias públicas populares, como las famosas
Conferencias de Navidad en la Royal Institution en
el Reino Unido, en las que Michael Faraday, el principal
experto en electricidad y magnetismo de la época, se volvió famoso.
En esa atmósfera, no era siempre
fácil distinguir entre la ciencia y la charlatanería.
Nace
el experto científico
"Es un caso fascinante. La
controversia no era sobre la forma en que Mesmer conducía sus tratamientos (no
era extraño en esa época)", explica Simón Schaffer, profesor de historia
de la ciencia en la Universidad de Cambridge, Reino Unido.
"La pregunta era si el efecto
era realmente algo físico -el magnetismo animal- o pura imaginación".
Lo interesante además es que la
pesquisa se hizo en una época en la que apenas se
estaban inventando y construyendo de los principios de la investigación
científica.
"Tenían que encontrar los métodos indicados para poner a prueba
teorías. Y en este caso, fueron extraordinariamente originales: introdujeron
ensayos a ciegas, pruebas comparativas, multiplicaron el número de
experimentos...".
"Además, se fue definiendo qué es un experto", subraya el
catedrático. "Varios de los miembros de la comisión que investigó el
mesmerismo no fueron nombrados por conocer el método mismo, sino porque eran
expertos en magnetismo, química y el comportamiento de los fluidos".
"Para mí, esa
invención de la idea del experto científico como testigo es uno de los aspectos
más interesantes y emocionantes de la década de 1780", opina.
Al
final, la música
La Real Comisión francesa sobre
Mesmer entregó sus conclusiones en agosto de 1784. Habían observado los baños
magnéticos en acción, señalando que algunos pacientes se mareaban mientras
otros se agitaban y hasta convulsionaban. Incluso se sometieron al tratamiento
ellos mismos, sin mucho beneficio.
La existencia de un fluido magnético
era, virtualmente por definición, imposible de probar, por ser invisible,
insípido e inoloro.
Respecto a los efectos de las curas
magnéticas de Mesmer, los comisionados decidieron que funcionaban solamente por
el poder de la sugestión: no tenían bases sólidas.
Una segunda investigación de la Real
Sociedad Médica concluyó que las ideas sobre el magnetismo animal eran inútiles
y quizás hasta peligrosas, y que debería prohibirse su uso.
La reputación de Mesmer nunca se
recuperó.
Y, con París camino al caos de la
Revolución, perdió gran parte de su fortuna.
Se devolvió a Austria y a Suiza en
busca de fondos oficiales para continuar con su trabajo, pero no los obtuvo.
En 1815 murió cerca del mismo lago
que había nacido, se dice que mientras escuchaba a un amigo tocar su amada
armónica de cristal.
La historia de la medicina está
repleta de extrañas afirmaciones y curas milagrosas, pues es así como avanza la
ciencia.
Pero
la de Mesmer sigue presente un siglo después y su nombre quedó inmortalizado en
algunos idiomas: en inglés, por ejemplo, mesmerize significa
cautivar, fascinar... figuradamente, hipnotizar.
Además, fuera o no su intención,
Mesmer nos alertó sobre el poder de la mente.
Y la
pregunta sigue en pie: ¿cuán fuerte es ese poder?
_____________________________________________________________________________
http://www.bbc.com/mundo/noticias-38573543#
sábado, 17 de junio de 2017
Procesado bajo la acusación de haber escrito una obra que iba "contra la moral pública y religiosa y las buenas costumbres"
BREVE COMENTARIO Y
ANÁLISIS DE MADAME BOVARY
Madame Bovary le llevó a Gustave
Flaubert más de cuatro años de exclusiva y penosa dedicación. Antes de adquirir
su forma definitiva, la novela pasó por varios estadios intermedios. Se
sucedieron esbozos, planes, pasajes desechados, varias “versiones primitivas”,
antes de quedar acabada esa pieza maestra de la literatura universal, antes de
quedar delineado ese personaje “de carne y hueso” hecho de puras palabras
precisas.
Flaubert nació en Ruán, el 12 de diciembre de 1821. Sus padres fueron
Achille Flaubert, cirujano destacado y librepensador, y Caroline Fleuriot, hija
de un médico. Su hermano mayor, Achille, también fue médico, y con Caroline, la
hermana menor, le unió una íntima afinidad. En la clínica paterna descubrió las
señales del dolor y de la muerte y atisbó los preparados anatómicos. No le
gustaron ni la escuela ni el liceo de Ruán: “Allí –escribió en Memorias de un
loco– fui ofendido en todos mis gustos: en clase, por mis ideas; en los
recreos, por mis inclinaciones al salvajismo solitario. Desde entonces, me
convertí en un loco”. También en un escritor porque sus ejercicios escolares
son, ya, literarios. Entre 1835 y 1842 ensaya varios géneros: cuento histórico,
fantástico, filosófico, psicológico; drama histórico, misterio medieval y
relato de viaje. Se notan, allí, huellas de Balzac, de Nodier, de Hoffmann, de
Mérimée, de Hugo. El año 1843 acarrea varias desgracias: muere su padre en
enero y, dos meses después, su hermana Caroline, al dar a luz. En abril se
recluye en Croisset, con su madre y su sobrina pequeña. El retiro, dedicado a
la escritura, solo es interrumpido por viajes a Nantes para encontrarse con su
amante, Louise Colet. Viaja a Oriente y, al regreso, en junio de 1851, comienza
su novela consagratoria, Madame Bovary.
Se ha dicho que el pueblo imaginario de
Yonville-l´Abbaye, donde se sitúa la mayor parte de la acción de esta novela,
corresponde exactamente al pueblo auténtico de Ry, donde vivió Delphine Delamare,
una de las adúlteras desesperadas que inspiró el personaje de Emma. Eugéne
Delamare fue un médico, discípulo del padre de Flaubert, que se instaló en Ry,
a unos veinte kilómetros de Ruán, y que, viudo, se casó con una joven de
diecisiete años, Delphine, que leía novelas románticas y escandalizaba a los
lugareños con sus gastos, sus aires de grandeza y dos amoríos muy comentados.
La chismografía local habría proporcionado a Flaubert los modelos de Emma, de
su marido y de sus dos amantes e, incluso, el esquema argumental: una mujer
joven que se casa con un médico mediocre y mucho mayor que ella y que, rebelde
a su destino provinciano, sueña con amores y viajes, tiene dos amantes y
después, ya sin amor y acosada por las deudas, se suicida. El marido –como
Charles Bovary– muere al poco tiempo.
Pero también, anota Henry Troyat en su
biografía del autor, Flaubert se inspiró en otras mujeres, reales (por ejemplo,
en aquel artículo que leyó en la adolescencia sobre el suicidio de una adúltera
y que lo impulsó a escribir, en 1837, una prefiguración de Madame Bovary: el
cuento Pasión y virtud) y ficticias: “Cuando escribe su novela, todas las
mujeres que ha amado se apiñan en su cabeza y a cada una le roba un poquito de
su sustancia. De una toma su cabellera, de la otra el matiz de su piel, de la
tercera la coquetería, de la cuarta sus trajes y de la quinta sus sueños de
esposa frustrada. Todo esto se conjuga en su mete hasta formar un personaje
único que no se parece a ninguno de sus modelos sino a los nervios, la sangre y
los impulsos del corazón de su autor. Sí, Flaubert tuvo razón al decir ‘la
Bovary soy yo’.” Si bien Flaubert afirmó que Emma Bovary era él mismo, y que
había aprovechado su experiencia para construir la novela, también se podrían
citar sus negaciones: “Madame Bovary no tiene nada de real. Es una historia
totalmente inventada. No he puesto nada de mis sentimientos ni de mi vida (…).
El artista debe estar en su obra como Dios en la Creación, invisible y
todopoderoso; que uno lo sienta en todo, pero que no lo vea”. Las dos cosas son
ciertas: la novela está escrita –como dice Troyal– con los nervios y el corazón
del autor pero también, al final, se emancipa de él y de sus fuentes.
Antes de
Flaubert, nadie se había atrevido a presentar una heroína de ficción tan
rebelde a las convenciones, tan poco resignada con su destino provinciano y
aburrido y tan decidida a hacer valer su derecho a la pasión. Madame Bovary es,
en el fondo, una violenta réplica a toda la tradición de la narrativa
sentimentalista y confesional y una declaración de principios antiromántica que
abre una brecha de objetividad y previsión aprovechable, más tarde, por la
escuela naturalista (si bien con mucho menos cuidado en lo estético que
Flaubert).
En la novela romántica, los héroes o los monstruos sobresalen,
brillantes, por encima de la normalidad. Una multitud de personajes grises
forma el telón de fondo contra el cual se dibujan los ademanes gráciles y
“extraordinarios” del héroe: lo gris, lo mediocre, no existe más que como
decoración y contraste, no como tema o sustancia. Por eso, dice Mario Vargas
Llosa en su ensayo sobre Madame Bovary (La orgía perpetua), la obra de Flaubert
es precursora de la novela moderna, con su interés por lo “ordinario” y su
caracterización del antihéroe. El mundo excluido de la novela romántica asoma,
con todos sus conflictos nuevos, en Madame Bovary. “Ese limbo intermedio
–prosigue Vargas Llosa en su ensayo– pasa a ser metamorfoseado en “belleza” en
Madame Bovary, donde todo equidista de aquellos extremos y corresponde a la
existencia sin brillo, chata y triste de las gentes comunes (…). Es algo más
ancho, que cubre transversalmente las clases sociales, lo que Madame Bovary
convierte en materia central de la novela: el reino de la mediocridad, el
universo gris del hombre sin cualidades”.
Flaubert creía que la verdadera
índole de lo humano es, justamente, la mediocridad y que, por esto, la novela
–que solo puede hablar de lo humano– tenía que entrar a fondo en ese reino. Los
personajes de la novela –un género burgués– no pueden ser ni héroes ni
monstruos (“Nada de monstruos ni de héroes”, le escribió a George Sand en 1875)
sino pobres diablos en lucha con la vida cotidiana y con sus sueños
compensatorios. Convencido de que la desgracia está hecha de una acumulación de
pequeñas calamidades, de que lo propio del hombre es la opacidad y no la
gloria, compuso su obra maestra en base a la vida de una pobre mujer con sueños
triviales y fracasados. Emma Bovary se enfrenta a su existencia mezquina y
tediosa sin más armas que esas fantasías menores, alimentadas por la lectura de
novelas “del corazón”. Cree concretar las fantasías a través de aventuras
adúlteras con dos amantes sucesivos, de ropas de gala y de viajes furtivos,
pero, al final, el abandono y las deudas acentúan su malestar y la llevan al
horror final del suicidio. La penosa y larguísima agonía no es, tampoco, fuente
de gloria trágica, a la manera de los héroes, sino de drama, de desvelamiento
del secreto veneno que se filtra en las fantasías burguesas.
Flaubert, decidido
a hablar de temas que el romanticismo había considerado “plebeyos” (y que otros
novelistas de la época frecuentaban con cierta mala conciencia, o acaso con el
complejo de limitarse –al revés de los poetas o los trágicos– solo a
“entretener” al lector de folletines), lo hizo, paradójicamente, con una de las
mejores prosas –y tramas narrativas– de todos los tiempos. La “forma” fue, para
él, el verdadero asunto; la razón de ser de todo lo demás. Con paciencia y
pasión, escribía y reescribía, una y otra vez, como un poeta su verso: “Una
buena frase de prosa –le confió a Louise Colet– debe ser como un buen verso,
incambiable, tan rítmica, tan sonora”. A la vez que creaba, con el tema
elegido, un nuevo universo novelesco, era el primero en plantearse la
literatura como un puro problema de lenguaje. Cada palabra era cuestión de vida
o muerte. Cada palabra tenía que ser irremplazable: ésa, no otra. No había
aproximación posible: la palabra precisa, no otra.
Madame Bovary apareció en La
Revue de París, en seis números, a partir del 1 de octubre de 1856. Al año
siguiente, Flaubert sufrió un juicio por inmoralidad. La época no pudo soportar
un tema tan “plebeyo” como el adulterio. (El escritor fue procesado
bajo la acusación de haber escrito una obra que iba "contra la moral
pública y religiosa y las buenas costumbres", pero ganó el juicio. –
Las 4,500 hojas manuscritas de “Madame Bovary” en la Red, Diario El País,
Cultural, 16/04/2009, EFE)
SOBRE
EL AUTOR:
GUSTAVE FLAUBERT (Ruán, 1821 –
Croisset, 1880) El escritor francés Gustave Flaubert inicia su carrera como
escritor en el liceo de Ruán, donde era alumno interno. En esta época escribe
cuentos como La peste en Florencia y Memorias de un loco. A los dieciséis años
la revista Le Colibri publica su primer relato. En 1842 se traslada a París y
se matricula en la facultad de Derecho, que abandonará dos años más tarde por
motivos de salud; a partir de entonces se dedicará por entero a la literatura.
En 1845 concluye la primera versión de La educación sentimental, que refundirá
entre los años 1864 y 1869. Este hecho ejemplifica la tenacidad de Flaubert, su
afán por construir la obra perfecta, que le llevará a reescribir dos e incluso
tres veces algunas de sus novelas. A los veinticinco años, tras la muerte de su
madre y de su hermana, se traslada con su madre y su sobrina recién nacida a la
casa de Croisset, donde prácticamente transcurrirá el resto de su vida. En 1846
comienza sus relaciones con la poetisa Louise Colet, que se prolongarán durante
nueve años. Entre 1849 y 1851 Flaubert viaja a Oriente Medio, Egipto, Grecia,
Italia, Alemania y Bélgica. A su regreso a Francia empieza a escribir Madame
Bovary, cuya redacción le llevará cinco años de trabajo. En esta época se
entrega por entero a su labor como escritor, hasta que en 1870 los prusianos
ocupan Croisset y Flaubert se traslada con su madre a Ruán. Pasa el año
siguiente entre Bruselas y Londres, hasta que se instala en París y vuelve a
escribir de nuevo.
Empieza a padecer problemas de
salud y sufre agobios económicos: en 1875 sacrifica su escasa fortuna para
salvar de la bancarrota al marido de su sobrina. Sus amigos le ayudan a salir
del mal paso consiguiéndole un cargo en una biblioteca. Flaubert sigue
escribiendo hasta su muerte, en 1880, y deja inconclusa su última novela,
Bouvard y Pécuchet, que se publica póstumamente. Además de las ya mencionadas,
entre sus obras cabe destacar Salambó, La tentación de san Antonio y Tres
cuentos.
_________________________________________________________________________________
_________________________________________________________________________________
- Fuente: Enciclopedia de “Historia de la
Literatura” de Colección RBA Editores. Volumen V.
- Club de Lectura y Cine “Leer en
imágenes” Biblioteca Pública de Mérida “Jesús Delgado Valhondo” Octubre de 2011
- www.bibliotecaspublicas.es/merida
http://clubdelecturaycine-merida.blogspot.com/
miércoles, 29 de marzo de 2017
¿Para qué sirven los Gobiernos? - Innovar para servir mejor

INNOVAR PARA SERVIR MEJOR
¿Para qué sirven los Gobiernos?
Autor: Pedro Farias
Principalmente para servir a ciudadanos, empresas y organizaciones sociales, según señalan estudios del BID en base a datos relevados por Latinobarómetro, que muestran que los factores relacionados a la entrega de servicios son los más valorados por los ciudadanos para determinar la confianza en las instituciones. Lamentablemente, las encuestas de dicha organización entre el 2010 y 2015, señalan un número creciente de ciudadanos que afirman no confiar en sus gobiernos.
Datos del Foro Económico Mundial señalan a la burocracia gubernamental como el factor más problemático para hacer negocios en el mundo, mientras uno en cada cinco ciudadanos de América Latina y el Caribe encuestados por AmericaBarometer en 2014 declaró haber pagado algún soborno en su relación con el gobierno el año anterior.
En la Unión Europea, aun después de implementar amplios programas de simplificación administrativa, se estima que los costos promedio impuestos por las cargas administrativas a los usuarios de servicios públicos transaccionales ascienden a cerca de 3% del Producto Interno Bruto (PIB) de los países. México, el único país de América Latina y el Caribe que ha avanzado en este tipo de medición, estima esos costos en 4.6% del PIB.
La consciencia de esos elevados costos de transacción ha llevado a muchos gobiernos a renovar sus formas de interacción con los ciudadanos a partir de prácticas innovadoras que están desafiando las tradicionales fragmentación, complejidad y debilidades gerenciales que históricamente han caracterizado la entrega de servicios públicos.
En los últimos años, el BID ha estudiado los factores que contribuyen a una mejor interacción entre gobiernos y ciudadanos en base a proyectos financiados, estudios de casos e investigaciones desarrolladas con el apoyo de expertos e instituciones internacionales, como Stephen Goldsmith, del Ash Center de la Harvard Kennedy School, y Maryantonett Flumian, del Institute on Governance de Canadá. Los resultados de esos estudios son ahora presentados en la publicación Gobiernos que Sirven: innovaciones que están mejorando la entrega de servicios a los ciudadanos, en donde se señalan lecciones aprendidas y recomendaciones a formuladores de políticas y gestores de servicios públicos.
La publicación describe cómo, a partir de un marco analítico común, el BID llevó a cabo estudios de casos seleccionados, abarcando distintas dimensiones como las plataformas tecnológicas, marcos regulatorios, coordinación gubernamental, participación ciudadana, y prácticas de gobernanza. Con base en esos análisis, son identificados tres importantes vectores de la innovación en servicios:
- integrar, para combatir los múltiples niveles de fragmentación institucional y de la información,
- simplificar, para facilitar las transacciones y reducir los costos cargados a los usuarios y
- gerenciar, para asegurar la sostenibilidad de las reformas, tras un manejo adecuado de los insumos y de la calidad de la atención.
Cada una de esas dimensiones es desarrollada por reconocidos expertos, y se formulan recomendaciones para iniciativas volcadas a la generación de una visión única del ciudadano, al diseño de estrategias de simplificación administrativa, y a la construcción de modelos de gestión de servicios integrados centrados en el ciudadano. En el capítulo final, se señalan perspectivas para la innovación aplicada a los servicios públicos, destacando la importancia de las nuevas tecnologías, y cómo la colaboración y el aprendizaje organizacional pueden contribuir a la generación de ambientes institucionales donde las soluciones innovadoras ganen escala y sostenibilidad.
Cada vez más, los Estados modernos perciben que su relación con los ciudadanos constituye una amplia, compleja y creciente área de conocimiento que abarca múltiples campos científicos e incide fuertemente sobre los resultados de los programas gubernamentales y la confianza ciudadana.
Por décadas, las disfunciones burocráticas y carencias institucionales del sector público han consolidado una imagen de alejamiento de las necesidades y expectativas de las personas. Como se destaca en esta nueva publicación del BID, muchos gobiernos están ahora aprendiendo que servir bien es el camino más corto para reconquistar la confianza perdida.
Sobre el autor:
Pedro Farias es un
ciudadano brasileño. Su formación académica incluye una licenciatura en
Ingeniería Civil y una Maestría en Administración Pública en la Universidad de
Brasilia, además de cursos de especialización en la Escuela Nacional de
Administración Pública de Brasil, George Washington University y Carleton
University. Se desempeñó como un oficial en el Gobierno Federal de Brasil por
13 años, trabajando en varias agencias en diferentes funciones como Director de
la Secretaría de Reforma del Estado y Secretario General Adjunto del Ministerio
de Planificación, Presupuesto y Gestión. Ha publicado varios artículos y ha
participado como panelista en numerosos eventos en gestión pública y
financiera, prestación de servicios públicos, gobernanza regulatoria, servicio
civil y reforma del estado. Desde 2003, ha trabajado en el BID, apoyando a los
gobiernos latinoamericanos en proyectos y coordinando estudios analíticos
relacionados con la gobernanza y la capacidad institucional de los gobiernos.
___________________________________________
http://blogs.iadb.org/gobernarte/2016/12/06/innovar-para-servir/#
martes, 28 de marzo de 2017
La dulce calidad musical de la griega Eleni Karaindrou ...
Ελένη Καραίνδρου: Concert in Athens (2013)
La música de la compositora griega Eleni Karaindrou se basa en elementos de la música clásica y del jazz, y a veces en la música griega tradicional, pero no es fácil diferenciarlo. Karaindrou cree en pequeños conjuntos, con o sin una pequeña orquesta, creando un timbre distintivo para cada pieza. La música es discreta, pero es un lenguaje notablemente flexible. Con Karaindrou en el piano, Kim Kashkashian en la viola y Vangelis Christopoulos en el oboe, y el saxofón de Jan Garbarek que proporciona acentos sutiles del jazz, la música tiene una calidad fluida notable. El sonido de ECM en esta grabación en vivo es sorprendentemente claro (no se puede decir que es en vivo, y no hay aplausos o el ruido de la audiencia), pero los gráficos minimalistas habituales de la etiqueta son un poco molesto aquí. Habría sido útil saber exactamente a qué escenas las piezas estaban destinadas: aunque parte del material (como el juego de Tennessee Williams The Glass Menagerie) es bien conocido, títulos como el vals de Laura, son muy generales. Sin embargo, la música crece en ti como sus colores emergen en audiencias repetidas, y los músicos de la orquesta de Camerata debajo de Alexandros Myrat juegan con el brillo y el disfrute obvio. Esto es aparentemente algo de una retrospectiva del trabajo de Karaindrou, y le hace querer oír más de ella. (review by James Manheim).
Biografía:
Eleni Karaindou nació en el pueblo de la montaña griega Teichio y se crió en Atenas, pasando a estudiar piano y teoría musical en el Hellenikon Odion. Se trasladó a París en 1969, estudió etnomusicología durante cinco años antes de regresar a Grecia para fundar el Laboratorio de Instrumentos Tradicionales en el Centro Cultural ORA. La colaboración más exitosa de Karaindrou fue con el cineasta Theo Angelopoulos, con quien se unió por primera vez en 1982, pasando a marcar partituras como The Suspended Step de la Cigüeña de 1991, Ulysses 'Gaze de 1995 y La Palme d'Or de 1998, ganadora de Eternity and a Day. Aunque principalmente alineado con la industria cinematográfica griega, Karaindrou también ha trabajado con directores europeos, incluyendo a Jules Dassin y el gran Chris Marker. La película nominada al Oscar 2004, The Weeping Meadow, contó con una puntuación de Karaindrou, que también fue nominada para un Premio de Cine Europeo. Luego, entregó la épica retrospectiva del 2005, Elegía del desarraigo. Karaindrou también revisó muchas de sus partituras durante un concierto en vivo en 2010 con el saxofonista Jan Garbarek, que fue lanzado en 2013 como Eleni Karaindrou: Concierto en Atenas. En 2014, Karaindrou reescribe su partitura, creando una adaptación del Medea de Euripides. (Wikipedia)
______________________________________________
https://en.wikipedia.org/wiki/Eleni_Karaindrou
http://www.allmusic.com/album/release/eleni-karaindrou-concert-in-athens-mr0003847140
______________________________________________
https://en.wikipedia.org/wiki/Eleni_Karaindrou
http://www.allmusic.com/album/release/eleni-karaindrou-concert-in-athens-mr0003847140
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
La viralidad de la risa
Interesante reflexión sobre la risa, entre una risa desesperada, incomprensible e insegura o "una risa [que] es afirmación de la vida...
-
Un día de estos - Gabriel García Márquez - Ciudad Seva - Luis López Nieves
-
¿Es Buenos Aires el mejor lugar del mundo para los lectores (y los psicoanalistas)? : La ciudad con más librerías por persona y el país con ...
-
La evolución del calzado deportivo: una historia de audacia y vanguardia : Desde su origen, los zapatos deportivos nacieron con un espíritu ...